Si no fuese por mi suegra (en aquella época, la madre de mi novio) nunca hubiera ido.
Parece increíble, pero yo pensaba que, en realidad, no tenía problemas. Pero ¿cómo puede es posible? ¿No tener problemas y, aun así, no ser feliz?
La lista de problemas era enorme, pero estaban todos dentro de mí y no los veía. Estaban ocultos en la oscuridad…
- Rencores, rabia, odio. Personas que no podía, ni quería perdonar.
- Rabia contra mi madre, la detestaba.
- Miedo al futuro, mucha inseguridad, sólo quería pensar en el presente y en el momento.
- “Nunca me voy a casar”, decía, pues no quería vivir en un “infierno”.
- “No existe hombre fiel, entonces, antes de que me engañen a mi, yo los engaño a ellos”.
¡Estos no eran problemas visibles!
No estaba pasando hambre. No estaba en la cama de un hospital. Pero me sentía tan miserable y enferma como los que sí lo estaban…
Fueron muchas reuniones, muchas oraciones, hasta que pude ver todo la realidad y entender la razón por la que no era feliz.
Hoy, sé el significado de ser feliz.
- No tengo rencor en mi corazón.
- Aprendí a amar, a respetar y a valorar a mi madre.
- No temo al futuro, pues sé a donde voy.
- ¡Me casé! No vivo en un infierno, sino en armonía y amor.
- Existen hombres fieles. Sólo aquellos que temen a Dios.
Por esa razón, mi vida está en el altar. Abandonamos todo y aquí estamos.
Y donde Dios nos mande, iremos…
¡Mi razón de vivir es guiar a las personas para que vean la raíz de los problemas, enseñar el camino que aprendí para vencerlos y ser tan felices como yo lo soy!
Y tú, ¿quieres ser feliz?
Comienza por aprender a ver en donde está oscuro.
Nanda Bezerra
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