jueves, 29 de agosto de 2013

¿Malos ojos? ¿Yo? ¿Qué es eso???

Queridísimas, hoy quiero hablarles sobre algo que estuve pensando hace unos días atrás y me había olvidado de escribir sobre eso.Gracias al bendito iphone, en el cual he encontrado donde escribir  todas mis anotaciones para no perder las inspiraciones, hoy me acordé de revisar algunas anotaciones, y allí encontré algo muy fuerte que me gustaría hablar con ustedes hoy.  Estaba en la reunión y mi esposo estaba hablando de los malos ojos, y claro, cuando se habla de esto, enseguida encendemos aquella linterna espiritual que apunta a nosotras mismas y analizamos si estamos teniendo malos ojos con alguien.

Para algunas, en seguida viene la culpa. Hummmm, no tuve buenos ojos con fulana, o tal vez fue una situación la que no fue analizada con buenos ojos. Dependiendo del día puede ser que realmente nos sintamos muy mal.

¿Pero sabes lo que me señaló esta vez la linterna?

¡A mí misma!

¿Con quién estaba teniendo malos ojos yo?

¡Conmigo misma! Yo estaba siendo mi mayor enemiga.

Después de esa reunión mis ojos se abrieron para algo nuevo, vi que no era solamente yo, sino que muchas otras mujeres que conozco lo hacen también.

¿Viste aquellos pensamientos e incluso comentarios que haces de ti misma? ¿No lo recuerdas? Te voy a ayudar…

Te miras al espejo y dices:

¡Gorda! ¡Mira que cuerpo horrible!

¡Flacuchenta! ¡Mira tus piernas, parecen dos varas!

¡Qué muslos horribles!

¡De lado pareces una tabla!

¿Y cuando estás con tus amigas, entonces?

No consigues aceptar delicadamente un elogio de nadie, ¡pues no te ves merecedora!

¿Qué peor malos ojos que estos???

Tener malos ojos para con alguien es pecado y cuando los malos ojos son para con la propia persona, ¡la cosa no cambia! ¡Aun es pecado!

Y tú, ¿estás pecando de esta forma?

¿Te miras con ojos negativos? ¿Colocándote por abajo? ¿Odiándote por tus malos ojos???

Sabes, generalmente cuando alguien me decía… “No Nanda, no es así”. Después, claro, de oír alguna palabra mía impulsada por mis malos ojos. Entonces yo respondía: “Es así, el espejo no engaña”.

Pero ahora entiendo lo que antes no entendía, realmente el espejo no engaña, ¡pero el tampoco habla! ¡Quien habla soy yo y hablo aquello negativo que vino a mi mente en el momento en que me miraba!

¿Y si ahora cambiamos?

¿Y si cuando vemos el defecto o el problema delante de nuestros ojos en el espejo, tuviéramos una actitud positiva, de buenos ojos???

¡O comienzas a amar aquello que está allí delante de ti, o decides cambiar para que aquello también cambie!

Pero observen, los malos ojos no son solo con respecto a la apariencia.

De repente aquella manera que tienes y que aún no cambió, aquel temperamento que aún estás intentando lograr un equilibrio, pero que al hablar de ti con respecto a eso te desanimas. No necesitas ni de una enemiga para desanimarte. Tu misma ya lo haces con excelencia

Amiga, si te has identificado con este mensaje, entonces es hora de cambiar. Y eres tú quien tiene que decidir eso ahora, si no, al terminar de leer eso, entrarás en Facebook de nuevo y simplemente olvidarás todo lo que leíste.

Para un poquito y analízate. ¿Estás teniendo malos ojos contigo misma? ¿Siendo tu peor enemiga?

Si la respuesta es sí, entonces, haz una pequeña oración y pídele a Dios ahora mismo que te ayude a cambiar eso y te alerte cada vez que estuvieras haciéndolo para que puedas estar más consciente…


Después, respira profundo, ve y no peques más… Es esto lo que yo decidí hacer también.

Nanda Bezerra

No hay comentarios:

Publicar un comentario