El límite es una línea, pero el único problema es que la línea es invisible; y si no divisas lo invisible, fácilmente lo traspasas.
Al traspasarlo, caemos en el error, nos exponemos, sufrimos consecuencias y además podemos ganar una mala fama difícil de borrar después.
¿Pero cómo lo podemos ver si es invisible, Nanda?
Bueno, ¡no es fácil! Ya pasé los límites muchas veces, y el después no fue nada placentero, pero el único consejo que puedo dar es que estén siempre atentas.
En el noviazgo, debes estar atenta a los límites que le das a tu novio. ¡¿Imagina, recibir la bendición, pero después, por no haber colocado límites, esa bendición se convierte en una maldición?!
En casa, con tu familia, estate atenta a los límites de respeto para con ellos.
Con las amigas, ubicación.
Entonces, en tu vida espiritual, no se pueden ahorrar esfuerzos. Tienes que saber lo que Dios espera de ti. Sus límites no son tan difíciles de ver, pero lo que estorba mucho son nuestras voluntades que intentan cegarnos a toda costa; pero en donde quiera que estemos o lo que sea que hagamos, y con quién, nunca podemos perder la noción de los límites. Si esto sucede, ¡es un problema en tu caminando! Y eso es bien visible…
Mira el caso de Eva. Ella sabía los límites, el propio Dios le había dicho cuál era el límite, pero su curiosidad, aquel deseo de probar lo prohibido… ¿no es cierto? Mira a dónde la llevó ese deseo.
¿Y tú? ¿Te has sentido tentada a probar lo prohibido? Presta mucha atención a lo que voy a decirte, entonces: ¡Huye de este deseo con todas tus fuerzas! Si no, vas a sufrir MUCHO después que la curiosidad pase.
Nanda Bezerra
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