“¡Como El, en el mundo físico puedes hasta llegar a ser un gatito, pero en el espiritual eres un león!” Nanda Bezerra.
Hoy me doy cuento que este mundo, realmente, no tiene gracia ninguna. Pero hubo una época en la que me sentía atraída hacia él…
Era joven y estaba descubriendo el mundo: todo brillaba, las fiestas, trasnochar, los chicos, los misterios y las prohibiciones que hacían todo aún más intrigante. Todo me llamaba la atención…
Mis padres querían protegerme, pero cuanto más me prohibían, más quería probar.
Mentía, engañaba, hacía todo por la tal libertad de hacer mis elecciones, por las ganas desenfrenadas de caer en el mundo sin preocuparme con lo que fuesen a pensar o decir, sin aguantar recriminaciones y reclamos – y eso fue lo que hice.
Al principio todo era lindo, mis ojos estaban ofuscados y maravillados por el brillo del mundo, pero esto fue sólo al comienzo… Esta era la trampa… ¿Viste aquel quesito tentador que el ratoncito no logra resistir?
Tuve la libertad que tanto quise, hice lo que quise por un cierto tiempo, hasta que un día percibí el falso brillo, sin luz propia a mí alrededor, incluso en mí.
No tenía amor propio, estaba perdiendo mi identidad, era triste, vacía en todos los sentidos, y ahora sólo veía oscuridad a mí alrededor.
Y este mundo es así de verdad, mis queridas, un brillo lindo e intenso, que nos entra por los ojos, pero es todo una trampa para que caigas en él. En realidad, es feo, oscuro, sucio y podrido, muy podrido, y ahora tienes dos opciones:
1- Creer en lo que te digo y huir de él, no caer en la trampa y hacer la voluntad de Dios para tu vida, o…
2- Comprobarlo por ti misma y dejarte llevar por la trampa. Pero en este caso, el riesgo es muy grande, pues este mundo que ahora parece tan lindo, en realidad es un agujero negro, y una vez que caigas en él, es muy difícil salir. Para mí no fue fácil, y para allí, nunca más quiero volver.
Nanda Bezerra
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