¿Quién nunca escuchó la antigua expresión “todos los hombres son iguales”? o la que dice “las mujeres son todas iguales, sólo cambia la dirección”? Con seguridad todos ya lo han escuchado y alguna vez, incluso, compartieron ese pensamiento.
Mientras tanto, está científicamente probado, que cada ser humano tiene su propio ADN y ni siquiera los gemelos, que tienen el mismo código genético, son físicamente iguales. Eso se debe a que, aun cuando las impresiones digitales pueden seguir la misma forma, son diferentes entre sí.
Llevando esto hacia el lado del comportamiento, esta prueba no podría ser diferente. Cuando Dios hizo al hombre y a la mujer, los creó con detalles únicos. Sin embargo, muchas personas, con dificultad en comprender esas particularidades, terminan generalizando en cuanto a la convivencia con la persona amada, buscando, en vano, la perfección en su compañero.
Acostumbrados a lidiar con temas como estos, los presentadores de Rede Record TV, Renato y Cristiane Cardoso, abordaron el tema en la serie “Mandamientos para una relación feliz”, publicados a lo largo de las últimas semanas, en sus respectivos blogs.
“A veces, la mujer tiene la idea de alguien como un ejemplo de marido, pero cuando se casa, se da cuenta de que él no es de la manera que ella lo idealizó. En ese momento, en lugar de ver cualidades – que él es único, diferente, divertido –, se pone a mirar lo que no tiene, y comienza a compararlo con los demás”, destaca Cristiane.
El matrimonio alerta que ese tipo de comportamiento sólo logra perjudicar la relación, independientemente desde quien parta la crítica. “La comparación no motiva que la persona actúe, y genera insatisfacción en quien está criticando, pues se queda esperando algo que el otro no tiene. Es necesario entender que cada uno tiene su propia forma de ser, su propia personalidad”, afirma Renato.
Los consejeros se encargaron de subrayar que ver el lado positivo es la receta para evitar ese tipo de conflicto en la relación. “Si usted comienza a ver las cualidades, entonces va a conseguir ser una persona más comprensiva, más cariñosa, aprenderá a amar más. Dios, siendo perfecto, no exige perfección y no nos critica, nos acepta como somos. Él no exige que seamos perfectos, ese amor es un ejemplo para nosotros. Por eso, uno de los mandamientos para la felicidad es: “No comparará a su compañero o compañera con nadie y con nada, sino que aprenderá a amarlo tal como es.”
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