viernes, 25 de octubre de 2013

Perdí mi identidad…

Estoy viviendo aquí, en Inglaterra, ya hace 5 años. ¡Caramba, cómo corre el tiempo! Parece que acabé de llegar ayer. Puede que no lo creas, pero desde que llegué aquí, nunca sentí nostalgia por África, ni una vez. No es falta de amor por mi pueblo, no. Amo mucho a mi país. Es que, simplemente, no hubo tiempo de extrañar, jajaj. Tenemos tanto para hacer en este país, la lucha contra el diablo es tan grande, que nuestra mente está siempre enfocada en el trabajo que el Altar exige. Por lo menos esta ha sido mi experiencia aquí.
Pero estos últimos domingos fueron diferentes. Vimos aquí las reuniones que el Obispo Macedo ha hecho en Sudáfrica, y al oír a mi pueblo cantando y al Pastor traduciendo en una lengua familiar, no lo resistí y la nostalgia pegó fuerte.

¿Y ahora? ¿Puedo dejar todo para visitar a mi familia y a mi pueblo para apaciguar esa nostalgia? ¡No! No porque la iglesia no deje, sino porque tengo un compromiso con Dios – tengo que cuidar a Su pueblo. No tengo la libertad de vivir como yo quiero. Mi vida no me pertenece más a mí, sino a Él. Mi vida está en Su Altar.

Si tú quieres hacer la Obra de Dios tiene que entender esto. En el momento en que depositas tu vida en el Altar de Dios, pierdes tu vida, tu familia, tu tierra, tu pueblo, tus costumbres – en fin, gran parte de tu identidad. ¿Cómo perder tu identidad? Como Pablo dijo:

“Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él” (1 Corintios 9.19-23).

Así es, no soy más africana, soy del Reino de Dios, es decir inglesa mientras estoy en Inglaterra – para ganar a los ingleses; portuguesa si fuera a Portugal – para ganar a los portugueses; mexicana si voy a México – para ganar a los mexicanos; ¡ustedes entienden! Perdí mi identidad. Y todas ustedes que quieren hacer la Obra de Dios tienen que estar preparadas para esto. La única identidad que no puedes perder son los talentos que Dios te dio, pues es con ellos que cuentas para ganar almas a través de tu vida, pero el resto es sacrificado todo en el Altar. Tienes que estar preparada para esto.
Motivos por los cuáles NO debes hacer la Obra de Dios
  • Enamorarte de un Pastor
  • Admiración por aquellas que hacen la Obra en el Altar, por ejemplo la esposa de tu pastor.
  • Ganas de viajar por todo el mundo
  • Ganas de salir de la casa de tus padres y ser independiente
  • Gratitud al trabajo que Dios hizo en tu vida.
  • Buscar una vida segura y estable.
El Altar es lugar de sacrificio, y solo vive en el Altar quien está lista para sacrificar todos los días de su vida. Claro que, siempre que sacrificamos, Dios no deja de bendecirnos. Él nunca estará en deuda con nadie, por eso muchos admiran tanto la vida de hombres y mujeres de Dios. Pero hay muchos sacrificios por detrás de esta vida admirable y bendecida.


¿Quieres hacer la Obra de Dios en el Altar? ¡Felicitaciones! No hay nada más glorioso y gratificante en este mundo. Solamente debes estar lista para perder tu vida y asumir la vida que Dios eligió para ti.

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