¿Sabes aquella persona que aprecias mucho? Ella está por encima de ti - a través de su condición espiritual - o ¡es más talentosa!
¿Sabes… cuándo te sientes demasiado pequeña, al punto de no ser tan natural como te gustaría ser?
¿Sabes? ¿Cuando esta persona, que admiras tanto, te da responsabilidades o algo para que sea hecho delante de ella… Te acobardas… Te quedas en “blanco”, al punto de mostrar debilidad, aunque sabes que puedes hacerlo?
¿Sabes?… Aunque ames tanto y te compares con esta persona, terminas poniendo una distancia, como una manera más fácil de lidiar con tu inseguridad.
Y, ¿sabes por qué?
Surgen celos, que sin darte cuenta, te cargan de más y más sentimientos que te apartan. Y, con un sentimiento, vas enmendando otro…
Y no parece por maldad… Porque lo haces, para protegerte en contra de aquella insistente inseguridad y baja autoestima, en el momento que estas cerca.
Es gracioso… Parece que de lejos es más aceptable. De cerca, es insoportable la guerra que trabas dentro de ti misma.
¿Por qué? ¿Por qué siento esto?
El mayor problema es depender de alguien. Y la comparación te hace eso. Te quedas dependiente de la aprobación de la persona que tanto aprecias.
Es como si invalidases tu personalidad – como una capa – y te la quitases. como si despreciases tu creencia; tu fe en Dios, para basarte enteramente en aquella persona que te transmite dirección y seguridad.
Es como sentir… que la seguridad viene a través de la afirmación de aquella persona – que amas y aprecias – Y Dios se queda ahí… dado de lado.
Es realmente eso lo que ocurre: En aquel momento de comparación… Dios, tu fe, tu confianza, son lanzadas a la basura, para que otra persona pueda conducirte.
Qué horror! ¡Es horrible equivocarse!
Pero esto ocurre porque estamos sintiendo, y no vivimos la fe.
La fe nos hace vigilar. El sentimiento nos hace compararnos y esperar por los demás.
Amiga lectora, estoy segura que te encuadras aquí, en una u otra situación. Pero quiero pedirte un favor…
¡DEJA de COMPARARTE!
¡Se tu misma! Y no te eches fuera…
Acepta quien eres, y prepárate para cambiar, porque nadie alcanza grandes conquistas, sin desafíos de cambio y aprendizaje.
Yo vencí esas terribles comparaciones. Hoy lo que me queda es aprender a mejorar y no intimidarme para mostrar quien soy.
NO DEPENDAS…
Es otra cosa que te hace débil y sentimental. Cuando aprendes, motivas a tu auto estima y traes a la existencia el espíritu que fue creado en ti: El Espíritu de la Creación.
Viviane Freitas

No hay comentarios:
Publicar un comentario