Algunas son capaces de percibir las señales de la falta de amor del otro, pero lo ignoran, pues, peor que vivir al lado de quien no la ama, es no poder estar a su lado.
Viví así durante algún tiempo de mi vida, percibía que mi novio (ahora mi esposo) no correspondía a mis sentimientos, percibía que él estaba conmigo solamente por mi carácter, porque las personas decían que era una buena chica y por ser compatibles.
Las fases del noviazgo y el inicio del matrimonio fueron muy dolorosas para mí, porque tales "señales" se revelaban en cada detalle, y percibía que él no tenía el mismo sentimiento por mí, quedaba mendigando cariño, atención y me sentía muy infeliz por no ser correspondida. Estaba hecha pedazos. Él nunca me traicionó, ni me falto el respeto... pero ¿de qué sirve tanto respeto y ser bien tratada si lo que yo quería era ser amada, deseada...
Cuanto más mi felicidad dependía de él, más se alejaba de mí.
Hasta que me quite este peso de encima de él, decidí que mi felicidad no podía estar en manos de otra persona, y que antes de querer que alguien me amase, yo tenía que amarme, yo tenía que respetarme.
Es increíble, cuando deje de esperar por él, también deje de decepcionarme. El hecho de que él me viese amándome, y no dependiendo más de él, hizo que él me empezase a admirar.
Cuando deje de depender de él para ser feliz, él empezó a querer hacerme feliz.
Ahora todo aquello que yo deseaba pasó a realizarse, mi autoestima ya no estaba más baja, y el hombre que siempre ame, paso también a amarme.
Aprendí a no depender de otros, yo hago mi felicidad. Hoy estoy casada desde hace más de 11 años y tengo el amor correspondido. No tengo sólo el respeto y la fidelidad, también soy amada, deseada y admirada... pero, mi felicidad es mayor, por haber dejado de depender de alguien que es errado como yo para ser feliz.
Sara Zanon
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