viernes, 20 de julio de 2012
Cambiar a la persona amada
Cuando se conoce una persona interesante, parece que el corazón envía una señal a los ojos diciendo aquí no hay defectos. A pesar de que los defectos aparecen con el tiempo (que es perfectamente normal, porque el ser humano no es perfecto), algunas personas se niegan a ver la realidad.
Sólo el Espíritu Santo es capaz de cambiar los defectos de carácter de cualquier persona. Sólo Dios puede profundizar en los más oscuros sentimientos, a punto de cambiar profundamente lo arraigado y oculto.
A menudo, los testimonios hablan más que las palabras. Muchos tienen un noviazgo durante años con la esperanza de cambiar a la persona amada, pero se esmeran en vano. Sólo en un plano espiritual, ayunando, orando y testimoniando con actitudes respaldadas en la Palabra de Dios, es posible ver el milagro divino acontecer en la vida de todos aquellos que amamos.
En este escenario cambiante hay dos situaciones que necesitan ser evaluadas. La primera es saber que cada uno tiene su propia personalidad, por lo tanto, más lícito es respetar a las personas tal como son. La segunda parte es saber que respetar no significa la aceptación de un defecto de carácter.
Si el carácter de alguien que ama es perjudicial para su crecimiento como persona o perjudica a los que te rodean, la mejor cosa a hacer es doblar las rodillas y clamar al Padre por una transformación.
Sólo Dios en su infinita sabiduría y poder, puede transformar un ser humano en lo más profundo de su corazón.
Es en el noviazgo que debe evaluar los pros y los contras. Usted no puede subir al altar solo con la esperanza de que la persona que ama va a cambiar. Usted tiene que saber si esta persona reconoce sus errores y si está dispuesta a cambiar.
La Biblia dice en 1 Corintios 7:16 "Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?”
En la línea jerárquica, recuerde que la emoción debe estar inferior a la razón.
"Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso: ¿quién lo conocerá" (Jeremías 17:9)
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