Cuando dos personas se casan, traen al matrimonio sus problemas y cuestiones personales. El día de su casamiento, usted conoce solo el 10 o el 20% de la persona con la que se está casando. La mayor parte consiste solo en el conocimiento del lado bueno, porque la mayoría de nosotros sabe esconder muy bien sus propios defectos mientras está de novio (recomiendo exponer su personalidad y pasado durante el período de noviazgo, para disminuir las sorpresas).
Solamente con el pasar de los años, después de enfrentar juntos muchos desafíos y circunstancias adversas, la pareja comienza a conocerse de verdad.
Las diferencias se hacen más evidentes, hay choque de personalidades, los secretos son revelados y comienzan a sofocar la relación. Al no saber manejar las diferencias los problemas son mal resueltos y el matrimonio se deteriora. Si nada cambia, dentro de unos años llega el divorcio. A propósito, ¿qué es, sino una manera de huir de los problemas conyugales no resueltos?
Los matrimonios felices dan trabajo. No son fruto de la casualidad. Todo comienza cuando usted reconoce sus problemas y comienza a lidiar con ellos, en vez de concentrarse en los defectos de su pareja. Recuerde: si usted resuelve sus cuestiones personales, la mitad de sus problemas conyugales estarán resueltos – incluso antes de que su compañero cambie aunque sea un poco. Cuando el otro ve el cambió en usted, nota que dejó de exigir que cambie primero, cambia por iniciativa propia. Entonces empieza una vida en pareja completamente diferente.
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