miércoles, 21 de agosto de 2013

Y serán una sola carne… y dos conjuntos de problemas

Cuando dos personas se casan, cada una trae su propio conjunto de problemas y defectos personales para el matrimonio.  Lo que no se ve en la invitación de bodas es algo así:  Fulano de Tal, viciado en la pornografía, abandonado por su padre cuando era niño, extremadamente inseguro como hombre, se casará con Fulana de Tal, abusada cuando era niña, una bomba ambulante, que haría cualquier cosa para salir de la casa de sus padres.
  No es necesario de mucha imaginación para saber cómo será el futuro de un matrimonio de estos.

De manera general, cuando dos personas se casan ellas se conocen apenas de 10 a 20%, a lo máximo.  Y esa pequeña parte es principalmente solo el lado bueno de la otra persona.  Esto es algo lógico porque la mayoría de nosotros podemos esconder muchas fallas personales durante el noviazgo (por eso soy a favor de que los dos coloquen todas las cartas en la mesa en el periodo del noviazgo, y que saquen los esqueletos que están en el armario de su pasado, para minimizar sorpresas desagradables en el matrimonio, cuando ya es, casi siempre, demasiado tarde).  Y solamente con el pasar de los años, cuando el matrimonio enfrenta diferentes situaciones y desafíos, que ellos comienzan a conocerse por lo que verdaderamente son.

Las diferencias se tornan más aparentes, las personalidades chocan, problemas personales son revelados y comienzan a afectar el relacionamiento.  ¿Y ahora, qué se puede hacer?

Cuando no se sabe que hacer a respeto de estas diferencias, los problemas no se resuelven, y el matrimonio se deteriora.  Pasados algunos años, si nada cambia, ocurre el divorcio.  Y ¿qué es el divorcio sino un plan de escape cuando no se consigue solucionar los problemas conyugales?

Matrimonios felices requieren sacrificio.  Ellos no acontecen por acaso.  Y el sacrificio tiene que comenzar con el reconocimiento de sus propios errores personales y lidiar con ellos, en vez de enfocarse en las fallas de su pareja.  Piense: si usted resuelve sus fallas personales, los problemas en su matrimonio se cortan por la mitad-¡aun antes de que su pareja comience a pensar en cambiar!


Cuando su pareja vea cuánto usted cambió, y que paró de aborrecerlo(a) para que él (ella) cambiara, una vergüenza natural surgirá adentro de él (ella) de continuar de la misma manera.

Renato Cardoso

No hay comentarios:

Publicar un comentario