domingo, 3 de febrero de 2013
Un secreto para los hijos…
El otro día, le enseñé algo a Toby (mi perro). Cuando lo puse a prueba y el obedeció, me alegré un montón.
-“¡ay!… ¡tan lindo!” ¡Me obedeció!” – hablé de él tan orgullosa.
De la misma manera, también los niños obedientes alegran a sus padres.
Otro día, una madre le dijo a su bebé, que estaba gateando por el suelo de la sala,
-“¡No pongas tus manos ahí!”
El niño miró a su mamá, después miró al enchufe y sacó su dedito que estaba casi en el agujero tentador.
Viendo que su hijo le había obedecido, lo cogió en brazos y gritó entusiasmada
-“¡Muy bien, mi niño lindo! ¡El niño bello de mami!”
¡Qué feliz se sintió esa madre solo porque el niño la obedeció! ¡Que conste que él era el único que pudo haberse hecho daño! Ahora, imagínate a Dios…
Cuando estás a punto de mentir… Él te dice,
-“¡No lo hagas!”
Luego Lo miras, después miras a la persona… y dices la verdad. ¿Te puedes imaginar la alegría de nuestro Padre? ¿Te puedes imaginar lo orgulloso que Él se debe sentir?
Cuando estás con tu novio, besándote de una manera que se está yendo de las manos, ¡te sientes bien! ¡Y quieres más! Pero tu Padre te dice,
-“¡Para ahora mismo!”
Luego lo miras y simplemente obedeces. ¡No querías, pero obedeciste! ¡Imagínate Su felicidad!
Queridas amigas, cada vez que obedecemos a nuestro Padre nos libramos de un problema y, al mismo tiempo, Lo hacemos feliz.
¿No merece la pena obedecerLe? Independientemente de la situación, ¡obedecer es mejor que sacrificar! Un hijo que obedece, es el orgullo y la alegría de su padre.
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