“Junior, vamos a llegar tarde otra vez, por favor, sal enseguida del baño!” Grité en la puerta del baño por tercera vez…
“Estoy yendo”… él responde con una voz somnolienta de quien está  realmente dormido en la ducha y no tiene ninguna intención de salir más  temprano.
“Todos los domingos es lo mismo, estamos siempre atrasadas para la  reunión en la iglesia, me siento tan avergonzada porque somos obreras, y  deberíamos ser las primeras en llegar, no al revés!” – Le digo a su  madre reclamando de la situación.
En aquel tiempo Junior y yo aún estábamos de novios, y él muy  raramente iba a la iglesia, generalmente los domingos. Yo había sido  levantada obrera en la iglesia y acostumbrábamos a ir todos juntos, con  su madre y su hermana, que eran obreras también.
Aquel día yo había alcanzado mi límite. Recuerdo estar tan irritada y  cansada, pues todos los domingos era lo mismo, esperar y esperar que  terminase su baño y se arregle para ir a la iglesia con nosotros.
Los pastores e incluso el obispo de la iglesia sabían cuál era  nuestra situación y la razón por la cual llegábamos tarde los domingos,  pero aun así me sentía avergonzada…
No me sentía digna de vestir mi uniforme, la reunión más importante, domingo a la mañana llegábamos siempre tarde!
Aquel día recuerdo estar con mucha rabia, todo lo que quería era llegar temprano a la iglesia.
“¿Sabes qué? No podemos más aceptar eso! Hoy lo dejamos. Nos vamos, él puede quedarse en la ducha”, dije.
“Junior, nos estamos yendo! Ganaste! Te puedes quedar ahí el tiempo  que quieras!” Dije en la puerta con tanta rabia que creo que la gente  podía ver el humo saliendo de mi nariz y orejas! Di la vuelta y me fui  al automóvil, tan enojada con él que no podía pensar…
Estábamos casi llegando a la autopista cuando mi suegra habló por primera vez…
“Fernanda, no podemos olvidarnos de quien está por detrás de esto… El  diablo lo está usando. Mira con la rabia que estamos, yo me pregunto si  Dios se va agradar de que lleguemos temprano a la iglesia de esta  forma, por no mencionar que él es solamente un alma de la que  desistimos…”
Ohhhh… cómo la admiro… Ella sabía que estaba enojada, entendió el  motivo…  No me apuntó con el dedo  (tal vez si yo estuviera en su  lugar…), sólo esperó el momento indicado y habló con calma, para que yo  pudiese asimilar en medio de la ceguera.
Su voz y sus palabras comenzaron a penetrar aquel enojo y pude ver la trampa del diablo…
“Tienes mucha razón!”, dije mientras daba la media vuelta.
Llegamos a casa, ellas esperaron en el auto mientras yo entraba para llamarlo.
Adivinen qué?
Junior estaba fuera de la ducha y arreglado!
“Oh no, volvieron!” dijo, decepcionado, cuando me vio.
“Sí, volvimos por ti!”, respondí con una sonrisa, porque ahora podía  ver que todo el enojo que había sentido se lo estaba devolviendo al  diablo.
“El diablo debe estar ahora mismo indignado y pataleando en el piso de pura rabia!”, pensé.
Fuimos todos juntos a la iglesia, y ni preciso decir que llegamos  tarde de nuevo, pero esta vez fue diferente, ya no estaba enojada, yo  estaba feliz, y sabía que el diablo estaba muy, pero muy airado!!!
Esta fue apenas una batalla que vencí antes de llegar a donde estoy hoy.
Muchas otras veces quise desistir.
Muchas veces lo vi como un caso perdido, todo parecía tan imposible…
Hoy cuando lo veo en el altar predicando y salvando almas, entiendo la razón por la cual el diablo quería hacerme desistir!
Estás luchando por alguien?
Parece un caso perdido?
Parece imposible?
No desistas! Es posible y va a suceder!
Nanda Bezerra

 
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